jueves, 29 de diciembre de 2011

Verde.

-¿Te has dado cuenta? Hoy tiene los ojos más verdes.
-Eso le pasa cuando está contenta.
-Y ¿en qué piensa?
-En que la quieres. Desde hace tiempo sólo está verde cuando siente que la quieren.
-Pero yo la quiero todos los días y no siempre tiene los ojos así, brillantes y bonitos.
-Es que... tiene el aparato de sentir roto y a temporadas no le funciona. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Verdades.

Alguien ha dicho lo que yo venía a decir.
Quizá no sea suficiente, pero hoy es bastante.
Leed. Es una orden. 

martes, 25 de octubre de 2011

Mi tío Agustín

Mi tío Agustín era una de esas personas que molan. Con 70 años daba cien vueltas a sus sobrinos de 50. La vitalidad le sobraba en los ojos y las arrugas de su cuerpo eran sacos de cariño. ¡Y tenía un buen montón! Mi tío Agustín me enseñó a sonreír, porque siempre sonreía y siempre siempre te miraba y sentías que decía ¡Qué bueno es verte! ¡Qué bien que nos encontramos! Mi tío Agustín sabía de piedras y plantas y de Dios. Estaba convencido de que su mujer murió porque, tras operarse de cáncer, no cambió de posición la cama ni colocó la combinación que él le recomendó bajo la cama. Yo no sé si era verdad. Pero sé que mi tío Agustín molaba. Y también que se ha muerto. Con un montón de años bajo los pies y unos poquitos sobre los hombros. Así era mi tío Agustín, los años le resbalaban por el cuerpo y sólo al final, pasados ya los 90, se le empezaron a acumular por encima.

domingo, 21 de agosto de 2011

Que tengo ganas de tus labios,
que se me derrite la piel con tanto calor
y no hago más que pensar en tocarte y abrazarnos.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Miedo

tengo miedo porque vuelves.

no quiero verte, entiéndeme.

no quiero, no.

jueves, 4 de agosto de 2011

Quieto. Estarse quieto. Y notar cómo los impulsos eléctricos se dan en tu cerebro.

lunes, 1 de agosto de 2011

Estrellas

Nos habíamos comido todas las estrellas. Por si acaso.
Me destrocé el estómago vomitándote vocales y consonantes. Acaricié tu puerta con la planta de los pies, curvé mi cuerpo hacia tu boca y te dejé colonizar mi pubis. No significaba nada todo aquello, sin ti. Empeñada en alejarte, en dormitar bajo ventanas por las que sólo entraba el sol. Todo sin mí. Me negaste tantas veces que creía no existir. Y luego venían a llamarme. Me asomaba al balcón y ahí estabas, gritando mi nombre, hablando de mí. Diciendo que me querías y demás colección de palabras.
Tú querías correr y yo no sabía saltar. No podíamos coger impulso porque nos pesaba demasiado el culo. Así de claro.
Te lo dije aquella noche, las estrellas no se digieren bien.

sábado, 30 de julio de 2011

Los días en los que muero son los que menos me apetece que me leas.
Son días de algodón de azúcar con chocolate; días de pintar con los dedos mezclando verde y rojo; días de zumbido en las orejas; días de rascacielos de lodo; días de hedor interno; días en los que no se ve nada por fuera.
El filo del cuchillo crea un reguero de sangre que recorre mi vientre. La carne se abre y el grueso de la piel tiene dos días de duración. La dermis fina pertenece a otra. El cuerpo también. Morir en el aire de otro resulta abrumador. Despierto y sigo aquí.
Resucitar nunca fue tan fácil.

miércoles, 27 de julio de 2011

Quizá creas que ya no me acuerdo de ti, que todo terminó.

Quizá sea que tengas razón.

Quizá sea que estoy reservándote al fondo de la memoria para cuando puedas volver

y ser real.

martes, 28 de junio de 2011

Tú ya sabes...

Que todos los caminos llevan a Roma,
pero que existen desvíos y atajos.
Que las miradas nunca mienten
si se saben leer.
Que las señales son señales
si puedes entender lo que quieren contar.
Que el hilo solo mantiene unido
lo que no se estira demasiado.
Que las noches de verano
son eso: sueños de verano.

miércoles, 22 de junio de 2011

Fin del cuento.

"Abrió los ojos. Un esquema conocido se repitió: el dolor de mandíbulas, la sensación de agarrotamiento en el brazo izquierdo, el cuchillo en el derecho, la chica abierta en canal sobre la cama...

Había perdido. Otra vez."

FIN

-Espera, espera, ¿estás seguro de que acababa así? Y ¿qué pasa con ella?
-¿Ella?
-Sí, ella:


"Abrió los ojos: no reconoció el techo blanco y sonrío recordando la noche anterior. Giró la cara y vio a su amador con un cuchillo ensangrentado en la mano. Tuvo miedo. Temió qué pudiera ocurrir. Se llevó la mano al vientre y tocó sangre. Y algo de tripas. Suspiró. Ya había ocurrido. Se irguió un poco y observó que, además del consabido destrozo ventral, tenía cortes profundos en el pubis, en las muñecas y en el pecho derecho. Mientras él miraba su cuerpo y se culpaba, ella repasó mentalmente dónde había guardado las agujas y el hilo. Iba a costarle mucho coser aquello."

domingo, 12 de junio de 2011

Me gustaría:
Tenerlo claro. Saberlo todo. Sentirme como cuando tenía quince años. No tener dudas. Estar 100 por 100 segura. 

Si fuera así, también encontraría fallos. Lo sé. 

Tengo:
Miedo. Ganas. Curiosidad. Ilusión.

Y el caso es que no me parece poco.

Y en medio de todo esto: me quedo con la Indecisión de YoMisma y con: "eres lo suficientemente importante para decírtelo sin dilación".

lunes, 6 de junio de 2011

Esas y esas

Soy de esas.
Aunque nunca seré de esas.
Pero soy más de esas que de las otras. Siempre ha sido así. Es como un código genético. Como las habilidades: no se aprenden, existen. El caso es que yo soy una de esas, bueno si decidiera serlo, claro. De serlo, sería de esas. Aunque quizá ya lo sea. 
Me avisaron es cierto, pero... yo no me lo creí mucho. Bueno o sí me lo creí, pero no sé si quiero serlo. La cosa es que debe haber alguna manera de hacerlo, pero todavía no la he encontrado. 

martes, 31 de mayo de 2011

Aqueras montañas

Recupero trocitos de mí.
Desaturados fragmentos
aplanados por la costumbre,
el quédirán y las naderías del momento.
Mesetas
donde debería haber montañas.
Erosioné superficies con lija
para sobrevivir.
Cúlpame.
Yo no lo hago.
Aprendí mucho y perdí más.
Excusas.
Y ahora aqueras montañas se alzan de nuevo
y sus picos se abren paso desde dentro.
Duele.
Acaso parece que en aquel entonces se abrió la piel y tragó los excesos
sin digestión, ni erosión,
así,
como haces con la comida algunas veces.

viernes, 27 de mayo de 2011

Duele.

Me duele un dedo.
Me duele un dedo tanto que no puedo escribir. Me pincha.
Me pincha mucho. Sobre todo si no lo aprieto. Cuando lo presiono es menos.
Dicen que quiero sentir, dicen que siento.
Cuando a la fiesta se une la muñeca, no hay lugar a dudas. Hazme caso,
en realidad es que echo de menos tenerte cerca.

viernes, 29 de abril de 2011

Me doy cuenta

Verde, naranja, azul, blanco, gris y marrón. 
Yo llevo estos colores. Tú tráete los que faltan. 
Tenemos una cita y no sé si habrá bastante con el arcoiris.

jueves, 21 de abril de 2011

Creí, otra vez, que me dejaban sola al borde del principio.
Creí que el viento me empujaría y podría caerme.
Creí que estaba más inclinada que la última vez
y sentí miedo, frío y unas ganas horribles de llorar.
Creí que me caería y me haría daño.
Creí que, esta vez, me estamparía contra el suelo.

Abrí los ojos, levanté la cabeza
y no pasó nada.
El viento me volaba la falda, me revolvía el pelo,
las ganas de llorar no desaparecían,
pero no pasó nada.
Yo seguía al borde del precipicio,
en la misma posición que antes
y de la misma manera que antes.

lunes, 11 de abril de 2011

susto o alegría


Estoy en que no me encuentro. 3 horas y me he desorientado otra vez. ¡Venga de buscar nortes y surestes! ¡Venga de ramas y abrigos cruzados! ¡Venga de melancolías y otras drogas secretas! ¡Venga, que haya bien de todo!

Y bien, sobre todo, de calmar a la pequeña, que no veas el susto que lleva o susto o alegría, todavía no lo tiene muy claro, pero dice que sin abrazos, no respira...

martes, 22 de marzo de 2011

No dejaría de llorar, de verdad que no. Hay días que no dejaría de llorar. Y llorar y llorar, como si fuera ir a algún sitio tanta lágrima.
Hay días que hasta empezaría a llorar, pero el colchón es demasiado duro.

jueves, 17 de marzo de 2011

Hay días, como hoy, en los que es muy difícil.
Inspirar. Espirar. Inspirar. Espirar.
Menos mal que mi cuerpo sabe hacerlo solo.


Inspirar. Espirar. Expirar

sábado, 12 de marzo de 2011

Atasco apetencial

Hace años tuve un compañero que, muy convencido, me dijo un día que estudiar no servía para nada. En aquella época aquello me pareció una herejía digna de castigarse en la hoguera de la Plaza Mayor. Claro que entonces ya no había hogueras y la Plaza Mayor caía un poco lejos del instituto, así que lo arreglé con un giro brusco de cabeza y me largué. 

¡Qué tiempos! Entonces tenía el pelo largo y el culo (más) gordo, una prepotencia típica de adolescente y una curiosidad que no saciaba nadie ni nada. Todo mi interesaba y nada bastaba, lo que se traduce en que mi capacidad de concentración y aprovechamiento del tiempo eran nulos. Pero una hizo lo que pudo. Más o menos como ahora, claro.

Siempre he defendido eso de que "El saber no ocupa lugar" y me parece muy bien y muy bonito que cada uno se dedique a aprender de diferentes formas y maneras en función de sus intereses. Yo es que a vivir le llamo aprender; les aclaro, además, que estudié filología para poder hacer estas cosas sin que me tocaran las narices con los significados. A buen entendedor... Podría decirse que he consagrado mi vida al conocimiento o, mejor dicho, al proceso de adquirirlo de manera reglada. Y es que llevo matriculada en cursos desde los 2 años (y sí, en los veranos también me apuntaba a cosas). Cuando acabé la universidad estaba hasta las narices. Así que me apunté al Master de Profesorado (aka antiguo CAP) para poder presentarme a las oposiciones de Secundaria (=estudiar más). 

No se preocupen, yo tampoco he entendido nunca esta tendencia a la personalidad múltiple contradictoria.

Mis ganas. Todas atascadas
Cuando acabé decidí hacer algo que me gustaba y me metí a otro Máster (esta vez a distancia, que no me pillan tan fácil). Y ahora aquí estoy con los músculos de las manos y los brazos tensos por empezar a escribir,  las piernas con ganas de marcha y la cabeza repasando la lista de ideas que tengo para lo uno, deberes que tengo para lo otro y apetencias propias. Total, que nada se mueve porque no se dejan las unas a las otras. Y es que, si algo he aprendido a lo largo de todo estos años es El saber no ocupa lugar, pero tiempo... ¡una barbaridad!

Y ahora a ver cómo arreglo lo de mis ganas.



Imagen vista en Palabras
Dijo: -No, yo no escribo - Y la cara se le tintó del rojo de la vergüenza-.

Vino de un mundo donde la diferencia era una virtud a otro donde todo el mundo hace las mismas cosas y es malo creerse bueno.

sábado, 5 de marzo de 2011

No me gustaría que llegaras y descubrieras que no hay sitio al que volver.
¿habías olvidado como era? No tener una razón para volver... O tener demasiadas inconexas. Siempre hablando de ejes y tú siempre pidiendo redes las mismas redes que te asfixian y no te dejan abrir los ojos al mundo que se despierta en tu oído. No me digas que no te das cuenta están muertos muertos como los caramelos de genjibre, muertos como las caneletas de tu escote MUERTOS TODOS MUERTOS y no habrá nadie que recupere los vestidos blancos ni las guirnaldas de flores porque NUNCA NUNCA hubo de aquello... En tus recuerdos el mundo era como las películas de terror y ese es el único reflejo real que queda en el lugar exacto. Vas a tener que hacerlo mucho mejor si quieres seguir viviendo, princesa. VAS A TENER QUE HACERLO MUCHO MEJOR.

domingo, 20 de febrero de 2011

Apareces y estás aquí. Casi podría alargar el brazo y tocarte. Casi. Aunque me atreviera, mis dedos chocarían contra la pantalla. Una y otra vez. Es un sonido que reconozco. 
¿Cuánto hace ya? Un embarazo de elefante y dos veranos de San Martín. No logro distinguir entre lo que quiero, lo conveniente y lo que hago. Casi nos bastaba el tiempo y parecía que siempre nos sobraba. 
No sé a qué vienen estas lágrimas y porqué se me quedan cortos los minutos. Es lo mismo. No te quedas o no me quedo. Hay alguien que se va y se reinicia la espiral. ¿Dónde nos veremos la próxima vez?
¿Quién hará de ti en próximos episodios? ¿Quién hace de mí cada vez que me marcho? 
Nuestra vida fue escrita por algún autor amargado. Tuvo que ser escrita por algún mamón con pintas. Nunca salimos en el mismo cuadrante. 
Siempre casi llegando. Sobreviviendo a base de casis. Querer ser importante y serlo. Querer ser menos importante y conseguirlo. Viajar al pasado y traerlo al presente. Infinitivos llenos de referencias que se desvanecen y será que nos queda eso. Un puto hilo que nos enganchamos en la muñeca y se va deshaciendo cada día al besar y seducir, al viajar, al trabajar, al dormir y al cocinar. 
Ya no sé si te echo de menos demasiado pronto o demasiado tarde.
Tampoco si te echo de menos.
Creo que ya no sé.
Simplemente.

sábado, 12 de febrero de 2011

Cásate conmigo (I)

Ante la pregunta : ¿Por qué se dice fuerza ilocutiva en vez de elocutiva?
"Ilocutivo" se compone del prefijo "i-" y de la palabra "locutivo". ¿Por qué "i"? Porque el prefijo "in-" (in-vertrebrado) delante de una "l" se convierte en "i" (i-legal).Es un prefijo negativo, por lo tanto, ilocutivo = no locutivo.Elocución es otra cosa que, aunque parecida, no creo que tenga mucho que ver con la fuerza pragmática.*

Y con las bragas en la mano pensé: Cásate conmigo.


*Respuesta real, escrita por un hombre real, al que no conozco tanto como para pedirle en matrimonio (y que entienda que no quiero su sexo, sino su cerebro). 

jueves, 10 de febrero de 2011

Dovís dené

Quita de ahí, que tengo prisa. Mira, no puedo pararme a hablar. Tengo que coger un tren y ya sabes como son aquí las cosas, si no llevas el billete comprado no puedes subirte. Te clavan una multa. Y luego está el rollo de los compartimentos y los asientos, siempre tienes que preguntar y cada vez te responden con una cosa diferente. Yo ya no sé qué a qué me responden. Todavía tengo que hacer la maleta. Más bien vaciarla. Está llena de cosas que no necesito. En el lugar al que voy no me hacen falta. El bote de lágrimas y los paralizadores, los protectores de codos, los de las rodillas y el casco de la cabeza. Ya te dije, si me caigo quiero tener cicatrices que me lo recuerden. Son mis medallas.
Allá voy, rumbito a la estación, con los diccionarios. Ah no, los he dejado en casa. Mierda, creo que también me dejé la cámara. ¿Esto de aquí? Esto es una sorpresa. Un preparado especial. Algo nuevo para leer. ¿Qué es eso? Mierda, me sangra la nariz. Deben ser lo nervios. Nada, nada, no pasa nada. Cojo un clinex y listo. Pero lléveme usted a la estación ¿eh? Que no puedo perder ese tren. El de la locomotora vieja, ¿sabe cuál le digo? Recorre tres países como si fueran dos y, si uno lo coge muy pronto, ve amanecer por la ventanilla. Creo que no hay nada más bonito que despertar con reflejos naranjas. Bueno, quizá sí, pero eso no viene al caso. Corra, hombre, corra, que no llegamos. Y no se me pare en la banda esa de las narices, si pasa usted muy rápido seguro que no ocurre nada. Venga, písele fuerte, que no estoy para tonterías. Y ¿por qué se para ahora? Dale con la viejita, ya podía haber esperado un poco... ¿no ve que tengo prisa? Vamos, vamos, me importa un comino la emisora que escuchamos. ¿No puede concentrarse en conducir? El camino nunca se me había hecho tan largo.
Aquí estoy, ese es el tren. Ese, ese, este.

viernes, 4 de febrero de 2011

Qué miedo da y qué frío hace. Joder qué frío hace. Se me están congelando los ojos y aquí no aparece nada (ni nadie). Me han olisqueado dos perros de esos callejeros, creo que uno quería morderme; también ha venido un gato. La vecina del primero ha bajado a tirar la basura y a la mayor de los del cuarto le esperaba un chico en el portal. No digo nada, no me entiendan mal. Pero en algo tengo que entretenerme, que no vean el frío que estoy pasando, coñe.
El lado derecho se pone a liar y el izquierdo (¿o era al revés?) insiste en que llevo el reloj adelantado, que no se puede ser extremista y no sé cuántas cosas más. 
Empieza a nevar. Cojonudo.
Me meto las manos en los bolsillos.
Da miedo y nieva. Todo está muy oscuro. Pero sé que llegará. Es cuestión de tiempo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Este texto no es mío (aunque me joda).

Siempre levantando la cabeza, siempre oliendo el aire a ver por dónde sopla la ballena de por si asomo, jugando a pasear cuando acechas y mira, se te asoma la sonrisa de cocodrilo desde la acera de enfrente. Me pregunto cómo podrás dormir con ese ojo abierto.

Y mientras me vuelvo a cansar de recoger flores me esperas con la carnicería lista para el reproche, para la pedrada, para la puñalada, me pintas de tragedia las paredes de mi sombra y esperas que ladre para intentar otro truco del dedo en la llaga, maldita sea, y cada vez que me escupes en la cara me invitas a otro tango de cicuta y estricnina, parece que te encanta, que quieres más, más... simpatía, te gusta que te sea simpático y por eso salpicas en mi acera tus manchas de saliva, simpatía, mucha simpatía.

Podrías haber conducido tu personaje a la playa de tus veranos de cuando descubrías la arena, o haberlo estrellado en una curva a ciento veinte, podrías haberte inventado con otra cara, otros zapatos y otra pose, pero te viene grande ese papel, o todos los papeles.

Y mientras va explotando la penúltima de tus rabietas acabo otro cigarrillo en mi sillón, mientras practicas tu directo a la mejilla yo recolecto el arroz nuestro de cada fin de semana, mientras esperas que asome la cabeza, mientras cargas, mientras apuntas... te devuelvo la simpatía, la cortesía vienesa, mira qué educación me sale, te encanta, te gusta trabajártelo, un consejo, cuando hayas acabado este asalto de tirar lechugas al escenario, cuando hayas acabado la pataleta y la pedorreta hazme un favor y vete al infierno y allí invítame a otro tango de esos que te gustaban. Estricnina y valses; fantasma de calabaza.

Siempre levantando la cabeza, siempre oliendo el aire...

martes, 1 de febrero de 2011

Tengo frío en la nariz. Y en la calle no dejan de gritar. 

Es de noche.

Tengo frío y miedo. Pero sobre todo soledad.


martes, 25 de enero de 2011


Si a mí me hubiesen dicho estas cosas antes pues seguramente hubiera hecho lo mismo. Colocarme la soga yo misma, digo. Tengo tan interiorizado el verbo luchar que sólo se hacer eso. Y en oleadas vienen las dudas y se echan para atrás y otra vez y empiezo a parecer una de esas duchas de pies que asoman entre la marea (cuando sube) en esas playas estrechas de última generación. 
Y así pasamos los ratos, los interrogantes pintándome de colores (con mejor o peor gusto) la habitación y yo limpiando los rodillos sucios en el grifo de la cocina. Sin glamour, sin certezas, ocupando los ratos de soledad, sabiendo que no hay respuestas y que el error no es cogerte la mano sino aferrarme a ella. Diferencias de matiz. Siempre el matiz.

lunes, 24 de enero de 2011

Guerra

Nos aterrorizaba porque ya sabíamos lo que era.
Ya habíamos vivido aquella guerra y, ver cómo los niños quizá no tan inocentes insistían en repetir una y otra vez sus movimientos, nos producía terror.
Nosotros ya sabíamos de qué iba aquello. Y ellos actuaban en un espejo edulcorado, confundiendo sangre con risa, muerte con caída, cambiando unos términos por otros. Construían el paisaje de su infancia a base de pistolas de plástico y de raspones sin consecuencias. Había uno al que decían "héroe". Pero todos los héroes están muertos, otro tiene que contar su historia. Y sus miradas dulces se confundían con imágenes de heridas mortales, con disparos a bocajarro, con personas defendiendo a otras personas, con personas matando a otras personas. 
Y los niños seguían jugando.
Y nosotros seguíamos matando.

jueves, 20 de enero de 2011

Me pregunto si una se puede enamorar de una trompeta...


y lo dudo aun después de haber hecho el amor con una silla.

domingo, 16 de enero de 2011

Morriña

Hubo otro tiempo...
Me van a disculpar, que hoy tengo el día así como especialito y me apetece compartirlo.

Tengo aquí a mi lado las cosas que exigen mi atención (ya saben trabajo, estudio y hogar) y dentro todo lo demás. Ando buscando una imagen, una canción, algo que signifique y todo se me queda corto. Vuelvo a los límites de la palabra y descubro que todo tiene un final y que yo, hoy, me siento infinita.

Si fuera un gas me extendería por el mundo y cruzaría todas las fronteras que me impiden estar donde quiero. Entraría en sus cuerpos y me quedaría en ese rincón que tienen para mí en su corazón. Si yo pudiera me haría hetérea como el fantasma de Bécquer y me dejaría estar (porque nadie lo sabría y sería fácil) en esos lugares relindos y especiales.

Y es que hoy me acuerdo de las tardes con B., de mi niña E., de un baño que nunca acaba de estar limpio, de una petarda con corazón de oro, de una mujer que descubrí tarde, de las tardes tomando cerveza en el Voltaire, de salir de currar para beber y bailar, de la boca que nunca fue mía, de los juegos en el patio del recreo (del colegio, del instituto, de la Universidad, de los cursos de Jaca), de Valle-Inclán, del Tibet y las discusiones literarias, de ser una ninja, de un chupito de miércoles, de poder caer hacia atrás y saber que va a haber alguien sujetando, de Buenos días princesa, de ¿qué clase de amiga sería?, de un donuts con agujero y otros pasteles, de no estar sola en ninguna parte, de una cama enorme para los dos, de una moto (o de dos o de tres), de burbujas de aire, de pétalos y cactus, de todo el cariño, de los malentendidos, de esa cosa de los libros que supera lo real, de algo más que una fotocopiadora, de los amigos, de los que se fueron, del I Don't Mind Klub, de mi familia elegida y de "la que me toca", de tantas cosas que no tengo palabras para concretarlas.

Pero que sepan ustedes que me siento muy afortunada porque están en mi vida, que llueve ahí fuera y un poco aquí dentro y que tengo que darles las gracias por haberse cruzado en mi camino, por seguir compartiéndolo conmigo. Y que sí, que estoy ñoña, como yo sola. Gracias, de corazón.

jueves, 13 de enero de 2011

¿Te acuerdas cuando todo tenía que ser perfecto?
Sólo decirte... que ya no hace falta.

martes, 11 de enero de 2011

Nieblas y ríos

Cuando el Danubio se enfada, le hierven los átomos de agua y los alrededores se llenan de niebla. Caminar esas noches tiene algo de mágico, de anglosajón y de innecesario. A mí me gusta sobre todo por lo último. Cuando extiendo el brazo y no alcanzo a verme la mano, me siento invisible.
 
La niebla del Danubio es densa, como un caldo de pollo al que también le han echado ternera. Nadie se atreve a andar muy rápido o a gritar muy alto esos días. La niebla del Danubio es como la nieve: para el tiempo.

El Danubio es tan largo que no se ve su fin, como la niebla que produce. Uno intenta imaginar donde acabará, quizá la siguiente calle, quizá la siguiente ciudad… Es tan densa que uno no sabe qué es niebla y qué cielo. Todo lo mismo. Uno puede subirse al edificio más alto de Ruse o a la cima de la montaña más cercana, da igual, lo único que se ve es niebla.