martes, 25 de enero de 2011


Si a mí me hubiesen dicho estas cosas antes pues seguramente hubiera hecho lo mismo. Colocarme la soga yo misma, digo. Tengo tan interiorizado el verbo luchar que sólo se hacer eso. Y en oleadas vienen las dudas y se echan para atrás y otra vez y empiezo a parecer una de esas duchas de pies que asoman entre la marea (cuando sube) en esas playas estrechas de última generación. 
Y así pasamos los ratos, los interrogantes pintándome de colores (con mejor o peor gusto) la habitación y yo limpiando los rodillos sucios en el grifo de la cocina. Sin glamour, sin certezas, ocupando los ratos de soledad, sabiendo que no hay respuestas y que el error no es cogerte la mano sino aferrarme a ella. Diferencias de matiz. Siempre el matiz.

lunes, 24 de enero de 2011

Guerra

Nos aterrorizaba porque ya sabíamos lo que era.
Ya habíamos vivido aquella guerra y, ver cómo los niños quizá no tan inocentes insistían en repetir una y otra vez sus movimientos, nos producía terror.
Nosotros ya sabíamos de qué iba aquello. Y ellos actuaban en un espejo edulcorado, confundiendo sangre con risa, muerte con caída, cambiando unos términos por otros. Construían el paisaje de su infancia a base de pistolas de plástico y de raspones sin consecuencias. Había uno al que decían "héroe". Pero todos los héroes están muertos, otro tiene que contar su historia. Y sus miradas dulces se confundían con imágenes de heridas mortales, con disparos a bocajarro, con personas defendiendo a otras personas, con personas matando a otras personas. 
Y los niños seguían jugando.
Y nosotros seguíamos matando.

jueves, 20 de enero de 2011

Me pregunto si una se puede enamorar de una trompeta...


y lo dudo aun después de haber hecho el amor con una silla.

domingo, 16 de enero de 2011

Morriña

Hubo otro tiempo...
Me van a disculpar, que hoy tengo el día así como especialito y me apetece compartirlo.

Tengo aquí a mi lado las cosas que exigen mi atención (ya saben trabajo, estudio y hogar) y dentro todo lo demás. Ando buscando una imagen, una canción, algo que signifique y todo se me queda corto. Vuelvo a los límites de la palabra y descubro que todo tiene un final y que yo, hoy, me siento infinita.

Si fuera un gas me extendería por el mundo y cruzaría todas las fronteras que me impiden estar donde quiero. Entraría en sus cuerpos y me quedaría en ese rincón que tienen para mí en su corazón. Si yo pudiera me haría hetérea como el fantasma de Bécquer y me dejaría estar (porque nadie lo sabría y sería fácil) en esos lugares relindos y especiales.

Y es que hoy me acuerdo de las tardes con B., de mi niña E., de un baño que nunca acaba de estar limpio, de una petarda con corazón de oro, de una mujer que descubrí tarde, de las tardes tomando cerveza en el Voltaire, de salir de currar para beber y bailar, de la boca que nunca fue mía, de los juegos en el patio del recreo (del colegio, del instituto, de la Universidad, de los cursos de Jaca), de Valle-Inclán, del Tibet y las discusiones literarias, de ser una ninja, de un chupito de miércoles, de poder caer hacia atrás y saber que va a haber alguien sujetando, de Buenos días princesa, de ¿qué clase de amiga sería?, de un donuts con agujero y otros pasteles, de no estar sola en ninguna parte, de una cama enorme para los dos, de una moto (o de dos o de tres), de burbujas de aire, de pétalos y cactus, de todo el cariño, de los malentendidos, de esa cosa de los libros que supera lo real, de algo más que una fotocopiadora, de los amigos, de los que se fueron, del I Don't Mind Klub, de mi familia elegida y de "la que me toca", de tantas cosas que no tengo palabras para concretarlas.

Pero que sepan ustedes que me siento muy afortunada porque están en mi vida, que llueve ahí fuera y un poco aquí dentro y que tengo que darles las gracias por haberse cruzado en mi camino, por seguir compartiéndolo conmigo. Y que sí, que estoy ñoña, como yo sola. Gracias, de corazón.

jueves, 13 de enero de 2011

¿Te acuerdas cuando todo tenía que ser perfecto?
Sólo decirte... que ya no hace falta.

martes, 11 de enero de 2011

Nieblas y ríos

Cuando el Danubio se enfada, le hierven los átomos de agua y los alrededores se llenan de niebla. Caminar esas noches tiene algo de mágico, de anglosajón y de innecesario. A mí me gusta sobre todo por lo último. Cuando extiendo el brazo y no alcanzo a verme la mano, me siento invisible.
 
La niebla del Danubio es densa, como un caldo de pollo al que también le han echado ternera. Nadie se atreve a andar muy rápido o a gritar muy alto esos días. La niebla del Danubio es como la nieve: para el tiempo.

El Danubio es tan largo que no se ve su fin, como la niebla que produce. Uno intenta imaginar donde acabará, quizá la siguiente calle, quizá la siguiente ciudad… Es tan densa que uno no sabe qué es niebla y qué cielo. Todo lo mismo. Uno puede subirse al edificio más alto de Ruse o a la cima de la montaña más cercana, da igual, lo único que se ve es niebla.