domingo, 20 de febrero de 2011

Apareces y estás aquí. Casi podría alargar el brazo y tocarte. Casi. Aunque me atreviera, mis dedos chocarían contra la pantalla. Una y otra vez. Es un sonido que reconozco. 
¿Cuánto hace ya? Un embarazo de elefante y dos veranos de San Martín. No logro distinguir entre lo que quiero, lo conveniente y lo que hago. Casi nos bastaba el tiempo y parecía que siempre nos sobraba. 
No sé a qué vienen estas lágrimas y porqué se me quedan cortos los minutos. Es lo mismo. No te quedas o no me quedo. Hay alguien que se va y se reinicia la espiral. ¿Dónde nos veremos la próxima vez?
¿Quién hará de ti en próximos episodios? ¿Quién hace de mí cada vez que me marcho? 
Nuestra vida fue escrita por algún autor amargado. Tuvo que ser escrita por algún mamón con pintas. Nunca salimos en el mismo cuadrante. 
Siempre casi llegando. Sobreviviendo a base de casis. Querer ser importante y serlo. Querer ser menos importante y conseguirlo. Viajar al pasado y traerlo al presente. Infinitivos llenos de referencias que se desvanecen y será que nos queda eso. Un puto hilo que nos enganchamos en la muñeca y se va deshaciendo cada día al besar y seducir, al viajar, al trabajar, al dormir y al cocinar. 
Ya no sé si te echo de menos demasiado pronto o demasiado tarde.
Tampoco si te echo de menos.
Creo que ya no sé.
Simplemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario