martes, 25 de enero de 2011


Si a mí me hubiesen dicho estas cosas antes pues seguramente hubiera hecho lo mismo. Colocarme la soga yo misma, digo. Tengo tan interiorizado el verbo luchar que sólo se hacer eso. Y en oleadas vienen las dudas y se echan para atrás y otra vez y empiezo a parecer una de esas duchas de pies que asoman entre la marea (cuando sube) en esas playas estrechas de última generación. 
Y así pasamos los ratos, los interrogantes pintándome de colores (con mejor o peor gusto) la habitación y yo limpiando los rodillos sucios en el grifo de la cocina. Sin glamour, sin certezas, ocupando los ratos de soledad, sabiendo que no hay respuestas y que el error no es cogerte la mano sino aferrarme a ella. Diferencias de matiz. Siempre el matiz.

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