Hubo otro tiempo... |
Tengo aquí a mi lado las cosas que exigen mi atención (ya saben trabajo, estudio y hogar) y dentro todo lo demás. Ando buscando una imagen, una canción, algo que signifique y todo se me queda corto. Vuelvo a los límites de la palabra y descubro que todo tiene un final y que yo, hoy, me siento infinita.
Si fuera un gas me extendería por el mundo y cruzaría todas las fronteras que me impiden estar donde quiero. Entraría en sus cuerpos y me quedaría en ese rincón que tienen para mí en su corazón. Si yo pudiera me haría hetérea como el fantasma de Bécquer y me dejaría estar (porque nadie lo sabría y sería fácil) en esos lugares relindos y especiales.
Y es que hoy me acuerdo de las tardes con B., de mi niña E., de un baño que nunca acaba de estar limpio, de una petarda con corazón de oro, de una mujer que descubrí tarde, de las tardes tomando cerveza en el Voltaire, de salir de currar para beber y bailar, de la boca que nunca fue mía, de los juegos en el patio del recreo (del colegio, del instituto, de la Universidad, de los cursos de Jaca), de Valle-Inclán, del Tibet y las discusiones literarias, de ser una ninja, de un chupito de miércoles, de poder caer hacia atrás y saber que va a haber alguien sujetando, de Buenos días princesa, de ¿qué clase de amiga sería?, de un donuts con agujero y otros pasteles, de no estar sola en ninguna parte, de una cama enorme para los dos, de una moto (o de dos o de tres), de burbujas de aire, de pétalos y cactus, de todo el cariño, de los malentendidos, de esa cosa de los libros que supera lo real, de algo más que una fotocopiadora, de los amigos, de los que se fueron, del I Don't Mind Klub, de mi familia elegida y de "la que me toca", de tantas cosas que no tengo palabras para concretarlas.
Pero que sepan ustedes que me siento muy afortunada porque están en mi vida, que llueve ahí fuera y un poco aquí dentro y que tengo que darles las gracias por haberse cruzado en mi camino, por seguir compartiéndolo conmigo. Y que sí, que estoy ñoña, como yo sola. Gracias, de corazón.
Y es que hoy me acuerdo de las tardes con B., de mi niña E., de un baño que nunca acaba de estar limpio, de una petarda con corazón de oro, de una mujer que descubrí tarde, de las tardes tomando cerveza en el Voltaire, de salir de currar para beber y bailar, de la boca que nunca fue mía, de los juegos en el patio del recreo (del colegio, del instituto, de la Universidad, de los cursos de Jaca), de Valle-Inclán, del Tibet y las discusiones literarias, de ser una ninja, de un chupito de miércoles, de poder caer hacia atrás y saber que va a haber alguien sujetando, de Buenos días princesa, de ¿qué clase de amiga sería?, de un donuts con agujero y otros pasteles, de no estar sola en ninguna parte, de una cama enorme para los dos, de una moto (o de dos o de tres), de burbujas de aire, de pétalos y cactus, de todo el cariño, de los malentendidos, de esa cosa de los libros que supera lo real, de algo más que una fotocopiadora, de los amigos, de los que se fueron, del I Don't Mind Klub, de mi familia elegida y de "la que me toca", de tantas cosas que no tengo palabras para concretarlas.
Pero que sepan ustedes que me siento muy afortunada porque están en mi vida, que llueve ahí fuera y un poco aquí dentro y que tengo que darles las gracias por haberse cruzado en mi camino, por seguir compartiéndolo conmigo. Y que sí, que estoy ñoña, como yo sola. Gracias, de corazón.
Pues ya me gustaría a mí poder expresar mis "ñoñeces" con tanto estilo.
ResponderEliminarGracias a ti, preciosa.
Un besote.
No estás sola y nunca lo estarás.
ResponderEliminarPorque el día que una persona, con un corazón tan grande como el tuyo, esté sola, ese día, la raza humana habrá perdido toda su humanidad.
Un beso mi pequeño saltamontes.
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