lunes, 24 de enero de 2011

Guerra

Nos aterrorizaba porque ya sabíamos lo que era.
Ya habíamos vivido aquella guerra y, ver cómo los niños quizá no tan inocentes insistían en repetir una y otra vez sus movimientos, nos producía terror.
Nosotros ya sabíamos de qué iba aquello. Y ellos actuaban en un espejo edulcorado, confundiendo sangre con risa, muerte con caída, cambiando unos términos por otros. Construían el paisaje de su infancia a base de pistolas de plástico y de raspones sin consecuencias. Había uno al que decían "héroe". Pero todos los héroes están muertos, otro tiene que contar su historia. Y sus miradas dulces se confundían con imágenes de heridas mortales, con disparos a bocajarro, con personas defendiendo a otras personas, con personas matando a otras personas. 
Y los niños seguían jugando.
Y nosotros seguíamos matando.

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