domingo, 20 de febrero de 2011

Apareces y estás aquí. Casi podría alargar el brazo y tocarte. Casi. Aunque me atreviera, mis dedos chocarían contra la pantalla. Una y otra vez. Es un sonido que reconozco. 
¿Cuánto hace ya? Un embarazo de elefante y dos veranos de San Martín. No logro distinguir entre lo que quiero, lo conveniente y lo que hago. Casi nos bastaba el tiempo y parecía que siempre nos sobraba. 
No sé a qué vienen estas lágrimas y porqué se me quedan cortos los minutos. Es lo mismo. No te quedas o no me quedo. Hay alguien que se va y se reinicia la espiral. ¿Dónde nos veremos la próxima vez?
¿Quién hará de ti en próximos episodios? ¿Quién hace de mí cada vez que me marcho? 
Nuestra vida fue escrita por algún autor amargado. Tuvo que ser escrita por algún mamón con pintas. Nunca salimos en el mismo cuadrante. 
Siempre casi llegando. Sobreviviendo a base de casis. Querer ser importante y serlo. Querer ser menos importante y conseguirlo. Viajar al pasado y traerlo al presente. Infinitivos llenos de referencias que se desvanecen y será que nos queda eso. Un puto hilo que nos enganchamos en la muñeca y se va deshaciendo cada día al besar y seducir, al viajar, al trabajar, al dormir y al cocinar. 
Ya no sé si te echo de menos demasiado pronto o demasiado tarde.
Tampoco si te echo de menos.
Creo que ya no sé.
Simplemente.

sábado, 12 de febrero de 2011

Cásate conmigo (I)

Ante la pregunta : ¿Por qué se dice fuerza ilocutiva en vez de elocutiva?
"Ilocutivo" se compone del prefijo "i-" y de la palabra "locutivo". ¿Por qué "i"? Porque el prefijo "in-" (in-vertrebrado) delante de una "l" se convierte en "i" (i-legal).Es un prefijo negativo, por lo tanto, ilocutivo = no locutivo.Elocución es otra cosa que, aunque parecida, no creo que tenga mucho que ver con la fuerza pragmática.*

Y con las bragas en la mano pensé: Cásate conmigo.


*Respuesta real, escrita por un hombre real, al que no conozco tanto como para pedirle en matrimonio (y que entienda que no quiero su sexo, sino su cerebro). 

jueves, 10 de febrero de 2011

Dovís dené

Quita de ahí, que tengo prisa. Mira, no puedo pararme a hablar. Tengo que coger un tren y ya sabes como son aquí las cosas, si no llevas el billete comprado no puedes subirte. Te clavan una multa. Y luego está el rollo de los compartimentos y los asientos, siempre tienes que preguntar y cada vez te responden con una cosa diferente. Yo ya no sé qué a qué me responden. Todavía tengo que hacer la maleta. Más bien vaciarla. Está llena de cosas que no necesito. En el lugar al que voy no me hacen falta. El bote de lágrimas y los paralizadores, los protectores de codos, los de las rodillas y el casco de la cabeza. Ya te dije, si me caigo quiero tener cicatrices que me lo recuerden. Son mis medallas.
Allá voy, rumbito a la estación, con los diccionarios. Ah no, los he dejado en casa. Mierda, creo que también me dejé la cámara. ¿Esto de aquí? Esto es una sorpresa. Un preparado especial. Algo nuevo para leer. ¿Qué es eso? Mierda, me sangra la nariz. Deben ser lo nervios. Nada, nada, no pasa nada. Cojo un clinex y listo. Pero lléveme usted a la estación ¿eh? Que no puedo perder ese tren. El de la locomotora vieja, ¿sabe cuál le digo? Recorre tres países como si fueran dos y, si uno lo coge muy pronto, ve amanecer por la ventanilla. Creo que no hay nada más bonito que despertar con reflejos naranjas. Bueno, quizá sí, pero eso no viene al caso. Corra, hombre, corra, que no llegamos. Y no se me pare en la banda esa de las narices, si pasa usted muy rápido seguro que no ocurre nada. Venga, písele fuerte, que no estoy para tonterías. Y ¿por qué se para ahora? Dale con la viejita, ya podía haber esperado un poco... ¿no ve que tengo prisa? Vamos, vamos, me importa un comino la emisora que escuchamos. ¿No puede concentrarse en conducir? El camino nunca se me había hecho tan largo.
Aquí estoy, ese es el tren. Ese, ese, este.

viernes, 4 de febrero de 2011

Qué miedo da y qué frío hace. Joder qué frío hace. Se me están congelando los ojos y aquí no aparece nada (ni nadie). Me han olisqueado dos perros de esos callejeros, creo que uno quería morderme; también ha venido un gato. La vecina del primero ha bajado a tirar la basura y a la mayor de los del cuarto le esperaba un chico en el portal. No digo nada, no me entiendan mal. Pero en algo tengo que entretenerme, que no vean el frío que estoy pasando, coñe.
El lado derecho se pone a liar y el izquierdo (¿o era al revés?) insiste en que llevo el reloj adelantado, que no se puede ser extremista y no sé cuántas cosas más. 
Empieza a nevar. Cojonudo.
Me meto las manos en los bolsillos.
Da miedo y nieva. Todo está muy oscuro. Pero sé que llegará. Es cuestión de tiempo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Este texto no es mío (aunque me joda).

Siempre levantando la cabeza, siempre oliendo el aire a ver por dónde sopla la ballena de por si asomo, jugando a pasear cuando acechas y mira, se te asoma la sonrisa de cocodrilo desde la acera de enfrente. Me pregunto cómo podrás dormir con ese ojo abierto.

Y mientras me vuelvo a cansar de recoger flores me esperas con la carnicería lista para el reproche, para la pedrada, para la puñalada, me pintas de tragedia las paredes de mi sombra y esperas que ladre para intentar otro truco del dedo en la llaga, maldita sea, y cada vez que me escupes en la cara me invitas a otro tango de cicuta y estricnina, parece que te encanta, que quieres más, más... simpatía, te gusta que te sea simpático y por eso salpicas en mi acera tus manchas de saliva, simpatía, mucha simpatía.

Podrías haber conducido tu personaje a la playa de tus veranos de cuando descubrías la arena, o haberlo estrellado en una curva a ciento veinte, podrías haberte inventado con otra cara, otros zapatos y otra pose, pero te viene grande ese papel, o todos los papeles.

Y mientras va explotando la penúltima de tus rabietas acabo otro cigarrillo en mi sillón, mientras practicas tu directo a la mejilla yo recolecto el arroz nuestro de cada fin de semana, mientras esperas que asome la cabeza, mientras cargas, mientras apuntas... te devuelvo la simpatía, la cortesía vienesa, mira qué educación me sale, te encanta, te gusta trabajártelo, un consejo, cuando hayas acabado este asalto de tirar lechugas al escenario, cuando hayas acabado la pataleta y la pedorreta hazme un favor y vete al infierno y allí invítame a otro tango de esos que te gustaban. Estricnina y valses; fantasma de calabaza.

Siempre levantando la cabeza, siempre oliendo el aire...

martes, 1 de febrero de 2011

Tengo frío en la nariz. Y en la calle no dejan de gritar. 

Es de noche.

Tengo frío y miedo. Pero sobre todo soledad.